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Monólogo frente al espejo


Soy mujer, soy mamá, soy humana.

¿¡Qué es ese pliegue abajo del ombligo!? ¿Cuánto hace que está ahí?

¡Ay no! No quiero mirar más.

A ver boluda, no te comas la pastilla, esto es lo más normal.

Vamos de nuevo. Los pies están igual, por lo menos eso no cambió. Ya no están hinchados. Sigo, pantorrillas mmm..... me gustan. Muslos...bueh, celulitis ya había.

¡¿Y estos pelos?! Somos mamíferos: tenemos mamas y pelos; ya está.

Cola. A ver decime que sigue bien. Ta, está ahí. ¿Y esto?

Esto que sobresale del elástico de la bombacha me arruina para usar vestidos justos.

Esperá Andrea. ¿No quedamos en que te ibas a mirar con amor? A-mor.

Sí, voy a cambiar por esa ropa interior sin costuras. Seguimos.

Ssss, cuánta sensibilidad en esta zona. ¡Estoy viva! jajaja

El ombligo está más grande, la panza llena de arrugas. Vamos por la crema. Mejor después.

Los senos, más grandes, turgentes, sensibles. Los brazos, sin cambios.

¡Ah sí! Estas verruguitas no las tenía.

La cara. Están caras las papas che, pero te veo feliz. Este cansancio va a pasar.

¡Ay! Urgente. Nota mental: hacerme la tinta. O no, capaz que ya no me la hago más.

Soy mujer, soy mamá, soy Andrea.

 
 
 

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